Durante la semana, el Gobierno Federal presentó el paquete económico para el próximo año. Dentro de éste, tres aspectos han levantado opiniones encontradas, a saber, el aumento de los impuestos, el recorte en el gasto público y la eliminación de tres secretarías de estados.
La introducción de un impuesto generalizado, cuyos fondos recaudados serán destinados al combate a la pobreza, no debiera tener objeción. De hecho la introducción del IVA generalizado es un tema al cual debiera ponérsele la seriedad que se requiere y no caer en discusiones dogmáticas. Lo cuestionable es el momento. En tiempos de crisis, cuando se requiere estimular el consumo de los hogares para reactivar la economía, el aumento de las tasas impositivas o la creación de nuevos impuestos resulta una clara acción en sentido contrario.
Además, los nuevos impuestos siguen la tónica de las miscelaneas fiscales de los gobiernos del PAN: gravar a los mismos contribuyentes sin aumentar la base. Este país se mantiene gracias a una minoría que paga impuestos (no porque quiera, sino porque se los descuentan automáticamente), pero poco se dice de la elasticidad del ingreso con respecto a la tasa impositiva. ¿Qué tanto están dispuestos a seguir pagando los que siempre pagan?
De aprobarse la implementación de impuestos, el problema será la forma en que se implemente. Si la población a la que se destinarán los recursos es la misma que la de Oportunidades, la medida estará dejando de abarcar a un sector de la población: los nuevos pobres. Aquéllos que se encontraban apenas por encima de la línea de pobreza y que, ante el incremento de precios de 2007 y el aumento del desempleo, calificarán hoy como pobres, no tendrán acceso a los recursos, al menos en el corto plazo.
El recorte en el gasto público es, casi siempre, plausible. Pero no en tiempos de crisis. Otra forma de estimular en el corto plazo la actividad económica es empleando el gasto público, pero no el gasto corriente, sino el gasto en inversión. En tiempos de crisis, cuando los empresarios no invierten y el desempleo crece, es necesaria la actuación del gobierno en proyectos que generen empleos, gasto pero a la vez crecimiento para promover la recuperación. No construyendo jardines ni pintando museos.
El congelar los sueldos de los funcionarios está bien, pero no es suficiente. El problema persiste porque el gasto de operación sigue constante, esto es, la reducción del gasto público se está proyectando para que sea en lo que en realidad se necesita, gasto de inversión. Más aun, ¿por qué, cuando se ha propuesto que todos paguemos más, no se propone que los salarios de los funcionarios se reduzcan, al menos en el corto plazo? Si los diputados atacan el problema correctamente, deberían tomar en consideración estos aspectos.
Finalmente, la eliminación de tres secretarías merece un juicio de acuerdo con qué secretarías. ¿En qué otro país existe una Secretaría (o Ministerio) de Turismo? ¿De qué sirve que una contraloría tome forma de Secretaría de Estado, cuando es el Estado auditándose a sí mismo? ¿Qué reforma agraria queda por hacer?
El promover el turismo es una tarea que se duplica con la de un consejo que ya existe en la estructura del gobierno, además, no es claro por qué esta rama de la economía debe tener un tratamiento distinto a las demás, fuera de la Secretaría de Economía. Si se dice que es por el peso del PIB turísitico sobre el total, entonces también tendríamos Secretaría de Remesas. De la Función Pública, el razonamiento es similar, pues las tareas que hace este organismo bien podrían dejarse en manos de una oficina dependiente de Presidencia. Finalmente, la Reforma Agraria es otro claro ejemplo de la duplicación de funciones que existe en la administración pública. Los asuntos agrarios bien pueden llevarse en la dependencia que por naturaleza se encarga de los asuntos del sector agropecuario. ¿Por qué tener dependencias de más? Más burocracia, más secretarios, más gastos de operación. ¿Pero por qué en este momento?
Si bien cerca del 50% de la plantilla de las Secretarías será recortada, el gasto operativo permanecerá casi constante. Entonces el ahorro no es tal, pero lo que es un hecho es que se incrementará, aunque sea un poco, la cifra de desempleados. Estas entidades del Gobierno estaban de más desde hace mucho tiempo, pero se eligió el peor momento para entrar en razón.
Es claro que detrás de estas medidas está implícita la adversión al déficit. ¿Por qué no financiar con deuda el gasto necesario para superar la crisis? La mayoría de los países que sufren las consecuencias de la recesión lo han hecho. La casi obsesión de los Gobierno de mantener un equilibrio presupuestal le ata las manos en situaciones como las que vivimos actualmente. Es como si valoraran como más costoso el déficit que el alza de impuestos, y aunque Calderón diga que se hará todo lo necesario y no sólo lo realizable, el PAN aspira a competir aún en 2012.