jueves, 15 de julio de 2010

No todos los cambios son buenos

Hasta hace algunos años, cuando el Presidente de la república anunciaba un cambio en el gabinete, la prensa y los analistas políticos consideraban la noticia como una muy importante y con grandes repercusiones para la dependencia en que se realizaba el cambio. En particular, era una señal de que algo no funcionaba bien en cierta secretaría de Estado y que un cambio "de timón" era la única manera para componer el rumbo.

Sin embargo, desde hace unos diez años, los cambios en el gabinete formal y ampliado del Gobierno Federal han sido recurrentes, tanto que ayer no nos sorprendimos en demasía con la salia de Fernando Gómez Mont de la Secretaría de Gobernación, de Gerardo Ruíz de la de Economía y de Patricia Flores de la Oficina de Los Pinos (aunque éste último cambio no corresponde al primer círculo de secretarios de Estado). Los cambios son a mi parecer preocupantes no tanto por su cantidad y frecuencia, sino por lo que representan.

Primero, el más importante, a la Secretaría de Gobernación llega José Francisco Blake, un personaje poco conocido en la política nacional y que hasta ahora tiene como mayor logro el haber articulado la estrategia de seguridad a nivel nacional con el nivel estatal en Baja California (un estado panista) y con quien Calderón tiene un relación personal cercana, desde que coincidieron como diputados federales. La señal del relevo de Gómez Mont es muy clara: se prefieren la lealtad a las convicciones. Gómez Mont era un secretario que lo parecía, pero que defendió sus convicciones, lo cual acabó erosionando su relación con el ejecutivo. El movimiento pone en claro que, una vez pasadas las elecciones, Calderón intentará por enésima vez crear un frente contra la delincuencia en todos los niveles de gobierno, frente que espera sea operado principalmente por el secretario Blake.

Es una pena para ese partido que los objetivos de corto plazo y sin visión de estado de su líder nacional, César Nava, se haya tenido que pagar un precio tan alto como la pérdida de una de las figuras con más presencia del panismo nacional. Para Gómez Mont su pasó por Gobernación será seguro para olvidar, llegó como miembro notable del PAN a ocupar un puesto en el cual se necesita mucha habilidad política, y sale por la puerta de atrás, con muchos tropiezos a cuestas (¿cómo olvidar lo de los "tontos útiles") y, para rematar, con su padrino político, el Jefe Diego, desaparecido.

El cambio ocurrido en la Secretaría de Economía me parece tan poco acertado como el anterior. La salida de Ruíz era inminente, pues, de entre todos los secretarios, era el más criticado por su escasa experiencia en el campo de la economía. Vale la pena pensar en qué es lo que se espera de un secretario de estado. A mi parecer, antes de ser un buen político, debe ser alguien que conozca el sector. En particular, en economía, no basta con saber cómo llevar negocios y llevarse bien con los empresarios: se requiere gente que sepa diseñar e implementar política pública, en particular política económica. Y la solución, a mi parecer, adolece de lo mismo. Bruno Ferrari es un destacado empresario y abogado, pero no es economista. Cuando Salinas y Zedillo gobernaron el país, su equipo estaba lleno de economistas, y la crítica era en ese sentido. Desde el gobierno de Fox, los panistas han intentado manejar el país como manejan sus empresas. ¿Quiénes lo han hecho peor?

Finalmente, el relevo de "La Jefa" de Los Pinos se da en el marco del rechazo de la mayor parte del gabinete hacia su gestión, para decirlo en pocas palabras, porque quería enterarse de todo. Pero además, en medio de una serie de rumores de que ella sí generaba empleos y muy bien pagados, pero para sus familiares. ¿Cómo es que un personaje con una carrera política de bajo perfil llegó a tener tanto poder en la Oficina de la Presidencia. La razón es, de nuevo, por su relación con Calderón.

Así, cuando faltan aún dos años y medio para el fin del sexenio, a Felipe Calderón se le están acabando los amigos. El gabinete no tiene figuras políticas con peso y muchos panistas en desacuerdo con la forma en que se han conducido los procesos electorales le han dado la espalda. La apuesta es que la lealtad sustituya la capacidad política y técnica, lo cual pone en una posición muy vulnerable al Gobierno Federal.

Y viendo un poco más hacia el futuro, no hay muchas figuras en el Gobierno Federal que luzcan "presidenciables"... ¿Qué tal Javier Lozano?

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