En una afortunada casualidad, hoy me reuní con equipo que planea levantar encuestas para la evaluación de un programa público. Comentando informalmente sobre las cosas que las encuestas regularmente no levantan, surgió el tema de la exposición a los medios. Esto sale a colación hoy que el movimiento #yosoy132 se encuentra realizando un cerco mediatico a Televisa.
He leído varios argumentos, de autoridades y opinadores profesionales, que consideran infundados los reclamos de un sector de la sociedad respecto a la influencia de los medios en las preferencias electorales que pudieran explicar, de confirmarse, los resultados de la elección 1° de julio. En síntesis, el argumento considera que las personas ponderan en la justa medida las señales externas y las incorporan a sus preferencias de forma parcial. Es decir, que el papel de los medios, en todo caso, no es más importante que las evaluaciones que hacen los individuos de sus condiciones materiales y que, por ejemplo, las encuestas no influyen en las preferencias. Pensar contrario es casi una ofensa al intelecto de las personas, dicen ellos.
Sólo a manera de ejemplo, pongo aquí dos referencias que salieron en mi plática de esta mañana respecto al pepel de la televisión en las decisiones de las personas en Brasil, un país en el que el mercado de las telenovelas tiene un peso muy importante.
En uno de estos artículos se muestra que la tasa de divorcios se incrementa en las localidades que están expuestas a telenovelas en las que la pareja principal del programa también se divorcia. En otro artículo, también para el caso de Brasil, se encuentra que la tasa de fertilidad disminuye en las poblaciones en las que se introduce programación con telenovelas (en las cuales se ha estudiado que las mujeres de los papeles principales tienen, a lo mucho, un hijo), siendo el efecto mayor para las mujeres de menor ingreso. (Incluso hay otro resultado sorprendente: el número de niños que tienen nombres iguales a los de los personajes de las telenovelas se incrementa en aquellas zonas en las que estos programas se introducen.)
Si una mayor tasa de divorcios es un resultado deseable o no, puede discutirse. Sin embargo, el trabajo muestra que la exposición a un estilo de vida más liberal tiene efectos medibles en el comportamiento. Que las decisiones de fertilidad responden a aspectos socioeconómicos probablemente sea cierto, pero la evidencia presentada también sugiere efectos en las actitudes respecto a los hijos y cambios en las decisiones del hogar.
Siendo cuidadosos respecto a la validez externa de estos estudios, parece haber buenos argumentos para pensar que las decisiones de las personas están ciertamente influencidas por el medio que los rodea. Además, el tiempo de exposición parece también ser muy importante. No es lo mismo ver comerciales con camapañas de información que ver una telenovela cinco veces por semana durante ocho meses (ver una telenovela requiere sus hábitos, ¡pregúntenme a mí!). Si bien también hay que ser cuidadosos al extrapolar estos resultados al ámbito político, esta evidencia invita a explorar más allá de ese modelo de información perfecta en el que aún algunos creen que nos insertamos.