Ayer, el diario Reforma publicó su ranking anual de las carreras más influyentes en México. En particular, quisiera comentar sobre el ranking de escuelas de economía y sobre todo, qué ha pasado con la carrera de Economía Agrícola de la UACh.
En las primeras dos posiciones del ranking no creo que haya discusión. La licenciatura en economía del CIDE es muy competitiva a nivel nacional, sus egresados están altamente calificados en cuestiones teóricas y prácticas, y por tanto, tienen amplias posibilidades para estudiar en los posgrados de más alto nivel en el país (no deben ir muy lejos al tener una de las maestrías más importantes en el mismo Centro) y en el extranjero. Su producción de literatura especializada es basta.
La licenciatura del ITAM, al mismo tiempo de ser una de las más caras del país se caracteriza por formar muy buenos economistas. De las secretarías de estado de el Gobierno Federal y otros organismos descentralizados, buena parte están encabezadas por egresados de esta institución, dos ejemplos, Agustín Carstens (Banxico) y Ernesto Cordero (Hacienda). Evidentemente tienen grandes posibilidades para estudiar con éxito posgrados en el extranjero.
De las demás instituciones, no hay duda que tienen prestigio. La diferencia de puntuaciones de acuerdo al ranking es muy pequeña, así que quizás la posición exacta en el mismo no diga mucho. Personalmente conozco egresados de varias de ellas y puedo decir que, aún cuando los planes de estudio y el enfoque varían entre escuelas, tienen en común el ser profesionales con muy buen bagaje teórico y empírico.
¿Dónde queda la Licenciatura en Economía Agrícola (LEA) de la UACh, que logró colocarse hace poco tiempo entre las mejores en los rankings? Si tienen a la mano los registros de este hecho les agradeceré el compartirlos pero sin necesidad de especificar la posición exacta en la que se logró posicionar y el lugar que ocuparía hoy, tengo la percepción de que se han dejado de hacer cosas importantes para lograr colocar la carrera (y no sólo la de la UACh, si no la de otras universidades) en los rankings. Y la respuesta está, creo, en ver cómo se realizan estos.
Si revisan la nota metodológica del ranking de Reforma se darán cuenta que el principal criterio es la opinión de los empleadores. ¿Es válido este método? Sí, porque ellos lo deciden, ¡es su ranking! Sería absurdo criticar la regla con la que se mide y no ver en lo que se está fallando.
¿Será que los empleadores tienen tan mala opinión de los egresados de LEA que la carrera no figura en los rankings? O, ¿será que no hay suficientes egresados colocados con los empleadores influyentes como para hacer que la carrera figure? Considero que la segunda de las hipótesis es más probable. Sería bueno mirar los datos (deben existir) y reflexionar sobre dos aspectos: 1) si los egresados de LEA están ocupando posiciones con empleadores que no son necesariamente influyentes a nivel nacional y que, por tanto, aún cuando su labor sea prioritaria, sólo harían figurar a la carrera en un ranking de carreras de economía agrícola; y 2) muy ligado al primer punto, que los objetivos de la carrera, probablemente ligados a las directrices de la universidad, estén orientando a los egresados a un segmento del mercado laboral que no incluye a los empleadores influyentes, pero que tienen un efecto importante en el nivel de vida de las familias y localidades de origen de los egresados, priorizando la movilidad social y los efectos tecnológicos sobre la producción de las zonas más pobres.
Si bien estas dos salvedades serían loables, es decir, ocuparnos de los rankings sólo cuando se trata de comparaciones entre similares y no ocuparnos de ellos cuando los objetivos primarios de la institución se ponen como prioridad, considero que las premisas no se cumplen. Primero, los egresados no tienen el impacto en el sector agropecuario, ni en la producción ni en la política, como justificaría el presupuesto por invertido en cada egresado, y segundo, el efecto de cambio tecnológico producto de un mayor capital humano en los zonas pobres no se manifiesta en mejores condiciones productivas y de ingreso a nivel regional. No obstante el efecto personal y familiar es claramente positivo.
Por otro lado, anexo al ranking principal se presenta un ranking basado en opiniones de académicos. De nuevo, aunque el orden se altera, el CIDE y el ITAM tienen las primeras dos posiciones. ¿Qué refleja esta forma de hacer el ranking? ¡La calidad de la planta docente! Lo cual inevitablemente se transmite a los egresados. Y con calidad no me refiero sólo a ser o no buen profesor. Más importante aún es qué producción científica tiene la institución. ¿Qué se hace en LEA de investigación teórica o aplicada más allá de estudios de caso? ¿Cuál es el efecto de las investigaciones en los casos estudiados? ¿Los estudios de factibilidad se usan para tomar decisiones? ¿Las investigaciones guían las decisiones de política pública? ¿Son estas investigaciones referencia en temas de la economía agrícola en México? Salvo muy honrosas excepciones, yo creo que no. La revista científica de la DICEA es un paso importante, pero no un incentivo suficiente.
Señalar deficiencias en la carrera de LEA, y no decir en la de Administración (para la cual sí hay ranking en Reforma) y Comercio Internacional, no quiere decir que todo esté mal y perdido. Los efectos sobre las familias y el nivel de ingreso de los egresados son positivos (sería bueno estudiarlos formalmente). Pero sin duda hay oportunidades únicas en el marco de la UACh que pueden emplearse en favor de la carrera. Más aún, todos quienes hemos sido parte de la carrera y de la UACh en algún momento, somos en parte responsables por lo que se ha dejado de hacer, pero a la vez está en nuestras manos sacar provecho de esas oportunidades para hacer de LEA una carrera trascendente. Debemos de darnos cuenta que la competencia avanza muy rápido, ¿cuánto más podemos esperar?