Hoy se elegirá al nuevo director de la División de Ciencias Económicas de la Universidad Autónoma Chapingo. Como egresado de una de sus carreras, y por el hecho de que los egresados de dicha institución tenemos en el ADN de nuestras carreras profesionales el sello de la División, me atrevo a externar mi opinión sobre el futuro de la División, en el contexto de la elección que ocurre hoy.
En los últimos años Chapingo y la DICEA se ha transformado, ciertamente de manera lenta, acoplándose más al concepto de Universidad, donde debería prevalecer la pluralidad de ideas, de teorías y de afiliaciones políticas. Sin embargo, considero que el problema de fondo más grave al que se enfrenta la División es a la negación a transitar a un modelo que reconozca la interacción del nuestro objeto de estudio – la producción agropecuaria, la sociedad rural, los mercados de productos primarios – con su más amplio entorno, y que implica, por tanto, que la enseñanza y la investigación deberían ocurrir con un enfoque más científico y menos pragmático. La DICEA debe aspirar a ser un departamento que forme no sólo ejecutores sino científicos y líderes. Hoy no lo estamos haciendo.
Para lo anterior se requieren al menos dos cosas, de manera indispensable, para aspirar a ser de nuevo un departamento referente en nuestra área de estudio: hacer más ciencia y romper los círculos viciosos creados por la persistencia en los cargos de dirección de ciertos grupos políticos. En la práctica, esto requiere caras nuevas en los puestos de dirección pero también en la planta de profesores, programas más ambiciosos y rigurosos y un ambiente que privilegie la academia y no la política.
En los últimos años la DICEA ha sido dirigida por personas que sin duda han puesto lo mejor de sí para sacar el trabajo adelante. Durante mi estancia en la División fui testigo de ello, pero también observé los vicios que generan la persistencia en el poder de los grupos políticos. En particular, el movimiento Antorcha Campesina, con fuerte presencia en la Universidad y la División, ha mostrado ser incapaz para conducir a la División hacia la posición de liderazgo que esperamos. Se podrá juzgar a este grupo por su papel en otros ámbitos, pero en lo que concierne a la División sólo nos debería interesar los resultados que presentan. Creo que son insuficientes.
Por estas razones, considero que la mejor opción para encabezar la dirección de la DICEA es Oscar Galindo. A Oscar Galindo lo conozco como alumno, como asesor de tesis y como amigo. Sé que su visión de lo que debería ser la División es muy parecida a la que acabo de describir: una DICEA de más ciencia y menos grilla. Sé que él comparte la idea de que la transformación que la División requiere no depende de la voluntad de unos cuantos. Por eso confío en que al encabezar la Dirección de la División, dada su capacidad e intelecto, pueda dar cauce a los esfuerzos que ya muchos hacen, pero que se ven limitados en sus alcances dado el estado de confort en que muchos de los miembros de la comunidad se han establecido y que se resisten a abandonar cueste lo que cueste.