Hoy en The Economist encontré esta gráfica sobre el porcentaje de graduados de universidades en algunos países seleccionados de la OCDE que trabajan en actividades de baja calificación:
Parece que en varios de los países analizados existe una gran proporción de profesionales que tienen empleos poco calificados, lo cual podría llegar a interpretarse como una evidencia de que el sistema educativo no se adapta a los requerimientos del mercado laboral. Esta es la interpretación que muchas veces se le da en México a este fenómeno y se propone por tanto una mayor vinculación entre el sector productivo y las universidades. Por ejemplo vean esta nota de El Universal.
Sin embargo, llama la atención un dato en la misma gráfica, el de los ingresos promedio mensuales de los graduados, pues no se puede afirmar categóricamente que los empleos menos calificados tengan un ingreso menor al promedio. Noten sólo el caso de Hungría, el segundo país con mayor proporción de graduados que trabajan en su profesión, de la muestra analizada pero con un ingreso mucho menor que incluso España.
Es probable que nos topemos entonces al mencionado problema de exceso de oferta implícito en la afirmación de que "se deben coordinar las empresas y las universidades". Pero también puede ser que nos estemos enfrentando a un problema de retornos. Quizás la la cobertura educativa ha generado no sólo una abundancia de profesionistas, sino demasiados buenos profesionistas. Quizás las cifras no reflejen más que la decisión racional de elegir entre el empleo que a uno le gusta y el empleo que mejor paga.
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